¡Ay, Padre!
Lo del padre Alberto tiene visos de convertirse en un «culebrón» - como le llaman a los novelones en algunos sitios - o en una de esas películas clase C hechas para televisión. Si algo de lo que se le imputa es cierto, el hombre ha pecado mucho más allá de aquello de que «la carne es flaca.» Tramar o ser partícipe de esa encerrona contra el anterior amante de su ahora mujer es más serio que haber echado a un lado sus votos de castidad y celibato.
La Iglesia Episcopal tiene que estar pensando que, posiblemente, se apresuró al recibirlo en su congregación.
La Iglesia Episcopal tiene que estar pensando que, posiblemente, se apresuró al recibirlo en su congregación.
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