Coto a Cotto

El resultado de la pelea de Cotto y Margarito confirma el viejo adagio boxístico de que "un peleador bueno y grande se gana a un peleador bueno y más pequeño." Con contadísimas excepciones, ésa es la historia del boxeo. La ventaja natural que le brinda la mayor estatura y el mayor alcance suele ser decisiva. El boxeador más bajito y de brazos más cortos tiene que acercarse al otro para intentar golpearlo, y ello lo coloca en una posición muy vulnerable frente al que puede golpear desde una distancia que le resulta cómoda. Uno que otro superdotado ha logrado imponerse, a pesar de esas condiciones naturales desfavorables, pero no es lo usual.

Por eso, Margarito le puso coto a Cotto.

Comentarios

Roberto Ariel Fernández ha dicho que…
La noche de la pelea acababa de acostarme y ya estaba 'cogiendo el sueño,' cuando oigo a un vecino gritar "Cotto, Cotto. El que no vea la pelea no es puertorriqueño." A lo que murmuré: "Pues no seré puertorriqueño, pero yo voy a dormir. Ojalá pierda el Cotto ese, para que te cagues en tu madre." Y dormí como un bebé.

Hay una mala costumbre entre nosotros de darle demasiada importancia, con sentimientos nacionalistas y todo, a las peleas donde hay boxeadores boricuas. La veneración a Tito Trinidad, y a tantos antes y después que él, demuestra ese entusiasmo -a mi modo de ver excesivo- a estos "héroes," la mayoría de los cuales no sabe ni hablar. Si tuviéramos el mismo entusiasmo a la hora de hacer las cosas bien, por más pequeñas o rutinarias que sean, tendríamos un mejor Borinquen donde vivir. Y no habría que coger a pecho las peleas de boxeo ni las pelas que nos dan en baloncesto internacional en los juegos cruciales.

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