Cumpliendo la ley suprema

La dureza de corazón de una sociedad extremadamente individualista y materialista como la norteamericana produce absurdos desalmados como el arresto de unos buenos samaritanos por «dar de comer al hambriento». Y es que, en Fort Lauderdale, han aprobado una ordenanza que prohíbe que se alimente a los deambulantes en lugares públicos, cosa que un anciano de 90 años y dos pastores hacen con regularidad. Pero, el alcalde dice que la ley es la ley, y que dar de comer a los «sin techo» es mantenerlos en ese ciclo de dependencia, del cual hay que sacarlos, bla, bla, bla.

El viejo va para el tribunal a impugnar la ordenanza, como ya hizo hace quince años, cuando otro gobierno troglodita intentó hacer lo mismo, y él lo derrotó en la corte. Esperemos que esta vez el poder judicial  se comporte a la altura de su ministerio de hacer justicia con sensatez y sensibilidad, atendiendo a los valores superiores del espíritu, más que a la letra de una ley absurda.

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