Cosas que quitan el hambre

Como un manso corderito, el presidente de la Asociación de Restaurantes de Puerto Rico acoge la imposición de la Food and Drug Administration de que los establecimientos de comida le tengan a los comensales una lista exhaustiva de las características calóricas y dietéticas de los alimentos. Esa empresa privada, que respinga ante cualquier directriz, ley o norma gubernamental, por considerarla contraria a la «competitividad» u «onerosa», no se atreve ni chistar, cuando las órdenes vienen de los amos del Norte. Independientemente de las buenas intenciones de los americanos, lo cierto es que se trata de una muestra más de lo que he dicho una y otra vez: aquí no mandamos nada; todo lo deciden los americanos, y nosotros nos limitamos a obedecer sus directrices.

Por mi parte, cuando salga a comer, no me veo leyendo ninguna información sobre las calorías, el sodio ni el azúcar. A mí el hambre me ciega y me nubla el entendimiento. A la hora de comer, no quiero estar haciendo estudios ni cálculos. Solo quiero empezar con una cerveza bien fría, y después ya veremos.

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