«♪Una furtiva lagrima...♪»

Confieso que no me gusta la ópera. Admiro las voces que la cantan, y aprecio una que otra aria, pero el resto no lo entiendo, y me parece una mala idea «cantar» diálogos en prosa faltos de eufonía, por supuesto. Es la misma razón por la cual no me gustan Evita ni Jesus Christ Superstar, pretendidas «óperas» de la música popular. La música cantada se tiene que escuchar de manera armoniosa y agradable, letra y música.

Dicho esto, la quiebra inminente de la Ópera de Nueva York no me sorprende. Basta saber que la obra en cartelera es una ópera basada en la vida de Anna Nicole Smith, la vulgar cazafortunas que alcanzó cierta notoriedad hace unos años con su proceder extravagante. Cuando supe de su estreno, me pareció que era una mala idea.

Ahora veo que es el «canto de cisne» de la New York City Opera...

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