Los genios del mal

Ahora resulta que debemos atender a los «estudiantes dotados», so pena de que se conviertan en «genios del mal». Hombre, debe haber mejores razones para ello, que sacar a relucir a dos notorios delincuentes con un coeficiente de inteligencia alto, que, presumiblemente, se descarriaron porque estaban aburridos en la escuela. Me parece que el ejemplo no es el mejor como fundamento para abogar legítimamente por una atención escolar más adecuada a los niños muy inteligentes. No creo que pueda inducirse de esos casos particulares una situación general en este contexto. Lo más probable es lo contrario: muchos de los delincuentes comunes, aunque astutos, no son muy inteligentes académicamente.

En fin, deben atenderse las necesidades educativas de todos, independientemente de condiciones criminológicas ciertas o especulativas. El «crimen» del Estado es no propiciar el más pleno desarrollo del potencial de su gente, sobre todo en los años formativos.

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