Trabajemos con optimismo

La discusión sobre los temas económicos en el país ha tomado un giro un tanto histérico, de tono apocalíptico. Si bien el asunto es serio, hay que cuidarse de no caer en discursos desesperanzadores, que agraven aun más la situación. El desenvolvimiento económico de un país, al igual que el de los individuos, tiene un fuerte componente psicológico. Las impresiones y percepciones sobre el presente y el futuro condicionan el comportamiento del «hombre económico», en términos de su disposición a ahorrar, gastar e invertir, las tres decisiones económicas fundamentales. Convencido, por apariencia o realidad, de un estado de cosas y de su proyección, sea la que fuere, el ser humano actuará de manera acorde. Una exagerada negatividad nos puede condenar a una crisis insuperable y permanente, aun en condiciones que no sean tan desfavorables.

No podemos perder la confianza y la fe en nosotros mismos y en nuestras capacidades. Tomemos conciencia de las situaciones adversas, pero trabajemos con denuedo para superarlas. Los problemas creados por el ser humano pueden ser resueltos por la creatividad y el ingenio del ser humano. Hay que seguir trabajando y produciendo en todos los órdenes. Lo peor que nos puede pasar es caer presas del fatalismo y la impotencia.

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