Las piedras en el camino de Río Piedras

El anuncio de los planes del gobierno municipal de San Juan para revitalizar el centro urbano de Río Piedras me recuerda esfuerzos similares llevados a cabo alrededor de 15 años atrás, de los que tengo constancia personal. Con el mejor deseo de que los actuales rindan frutos, soy pesimista, por un mal de fondo en dicha comunidad comercial y residencial. Mucho me temo que las actitudes que una vez hundieron programas y proyectos de rehabilitación y renovación hagan lo mismo esta vez. Nada de lo que se propone ahora es esencialmente nuevo ni distinto de lo que se ensayó hace tres lustros.

El problema fundamental es que Río Piedras es un sector que se quedó «congelado» en los años 50. Su comercio es anticuado, baratón, feo, incómodo, maloliente y sucio. Nadie que pueda costear algo un poco mejor va a patrocinarlo. Por lo tanto, se ha condenado a una existencia frágil y marginal, dependiendo de grupos de poco poder adquisitivo como su clientela regular. Los comerciantes no han querido remozar sus tiendas, conformándose con quejarse de la competencia desleal de los grandes establecimientos en los centros comerciales de la capital. Sin negar el impacto de ello, le ha servido de excusa para una inacción que los ha sumido en una depresión perenne. Por otro lado, se resistieron a la aplicación de un código de orden público, algo que ha propiciado una pobre calidad de vida para los residentes del sector.

Ojalá me equivoque, y esta vez el poder de convocatoria de la alcaldesa logre entusiasmar a la gente de Río Piedras para que contribuyan decisivamente a su progreso.

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