Corrupción corporativa: un negocio redondo

He aquí la razón principalísima de la corrupción en el sector privado: es un magnífico negocio. Prueba al canto. J.P. Morgan acaba de pagar $920 millones en multas porque no supervisó adecuadamente inversiones que perdieron $6,000 millones. Se trata de un patrón en el mundo de las altas finanzas y la baja moralidad: «se llevan hasta los clavos de la Cruz», y pagan una fracción del daño causado y el enriquecimiento injusto que les reporta. Muy de vez en cuando alguien va preso, pero no por mucho tiempo. (Bernard Madoff es una deshonrosa excepción.)

Al sistema se le hace difícil proceder contra los ricos y famosos, pues de ellos es el reino de los rascacielos. Es desde allá arriba que nos contemplan con olímpico desdén y, como dicen en el idioma que mejor les acomoda: They cry all the way to the bank.

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