El absurdo nuestro de cada día

Una vez más, hemos hecho el ridículo nacional e internacional, «cerrando» el país por unas lluvias anticipadas cuya ocurrencia, extensión e intensidad no lo ameritaban. Un exceso de cautela y prudencia nos ha llevado a suspender las labores gubernamentales en todo el país, las clases en las escuelas públicas y los casos en los tribunales. ¡Hombre, ni en Siria han hecho una cosa como ésta, en espera del bombardeo americano! Si bien en una que otra zona se han producido condiciones de cierto peligro, la realidad es que no había justificación racional alguna para el cese total de los trabajos públicos, y algunos privados, contagiados con el mal ejemplo gubernamental, pues, dada la información meteorológica disponible, era previsible que buena parte del país no se vería afectado de manera significativa.

Nota: Regreso a este espacio el 17 de septiembre, Dios mediante.

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