Para hablar con el imperio

Complazco al amigo que me ha pedido que comente la noticia acerca del conocimiento del inglés de nuestros legisladores, y le agradezco que me instara a buscar la grabación de la entrevista, pues me alegró la tarde dominical.  Sobre todo cuando escuché a "Johnny" Méndez decir: "I defend in the Shakespeare language."  Me recordó aquellas columnas humorísticas que escribía Eddie López, con el seudónimo de "Candid Flowers", quien traducía literalmente del español al inglés.

De «El Chuchin», enough said. Héctor O'Neill no le hace honor a su linaje irlandés, e insiste en que se puede ser americano en español.  Los Populares, por su parte, fieles a su tradición de «doble» todo, quieren ser puertorriqueños en ambos idiomas.

El desconocimiento del inglés en Puerto Rico es endémico, como el coloniaje.  Si nos sirve para, entre otras cosas, que los americanos descarten la estadidad, entonces vale la pena esa «ignorancia».

Comentarios

Roberto Ariel Fernández ha dicho que…
Para mí, uno de las grandes beneficios de saber inglés es leer autores -muchos estadounidenses- cuyos libros han ampliado mi cultura y consciencia en forma inefable. La ignorancia del inglés dificulta o hace imposible leer a Howard Zinn, Carl Sagan, Steven Weinberg, Stephen Hawking, Alan Weisman, Christopher Hitchens, Richard Dawkins, Matt Ridley, Jared Diamond, Ron Chernow, John Gribbin, Sir Martin Rees, Walter Issacson, Kip S. Thorne, Timothy Ferris, Alan Sokal, Brian Greene, Marcelo Gleiser, Efrén Rivera Ramos, Rogers Smith, y tantos otros.

Mi escepticismo ante la supuesta grandeza de la democracia estadounidense y mi rechazo al pantanal de la colonia portorricensis ha sido reforzado por esos y tantos otros autores, quienes escriben en inglés. Ojalá pudiera leer y hablar al menos cinco idiomas adicionales.
Jaime Riera Seivane ha dicho que…
Alberto:

Gracias por tu comentario a esta noticia. Esta oportunidad la han puesto en bandeja de plata; un reconocimiento a los muchachos que tanto anhelan la estadidad al proveernos de esa alegría dominical.

El mayor castigo a los chicos estadistas es que no podrán ser estado; los vecinos del Norte no aceptan a aquellos que no sepan masticar bien su idioma ni puedan defender bien el idioma de Shakespeare y Twain.

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