El ocaso de dos ídolos
Hace algún tiempo que veo de manera pesimista el regreso de Carlos Delgado a las Grandes Ligas y el de Carlos Beltrán a juego. El asunto es motivo de discusión frecuente con mi hijo Alberto Carlos, quien escribe sobre deportes para el periódico Primera Hora. Mi tesis es que Delgado lleva demasiado tiempo sin jugar a una edad en que su retiro definitivo está muy cerca, si es que no ha llegado ya. Esa operación de la cadera derecha parece haber resultado definitoria de su carrera.
A Beltrán, aunque más joven que Delgado, el alejamiento del terreno de juego por una lesión en la rodilla le ha sentado muy mal. Ya van 22 juegos y su promedio de bateo es raquítico. Si termina la temporada de esta forma, los Mets no van a tener muchas contemplaciones con un pelotero que gana demasiado dinero y no produce. En el deporte no hay mucho tiempo para esperar por que los jugadores se recuperen; hay que producir rápidamente, pues la vida útil del atleta es sumamente corta.
Mi hijo piensa que soy muy pesimista. Ojalá tenga razón.
A Beltrán, aunque más joven que Delgado, el alejamiento del terreno de juego por una lesión en la rodilla le ha sentado muy mal. Ya van 22 juegos y su promedio de bateo es raquítico. Si termina la temporada de esta forma, los Mets no van a tener muchas contemplaciones con un pelotero que gana demasiado dinero y no produce. En el deporte no hay mucho tiempo para esperar por que los jugadores se recuperen; hay que producir rápidamente, pues la vida útil del atleta es sumamente corta.
Mi hijo piensa que soy muy pesimista. Ojalá tenga razón.
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