No exageremos la nota.

Puedo entender la satisfacción con la llegada de las dos grúas al llamado Puerto de las Américas en Ponce, pero que haya habido «algarabía» o «euforia» por el asunto me parece que nos coloca en el nivel de los indígenas que se deslumbraron con las cuentas de colores que los conquistadores les regalaron. Somos un pueblo provinciano, y en estas cosas se nos sale la imbecilidad de la vida pueblerina. Como diría Odette Piñeiro: "Grow up, Ponce!"

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