Una triste «reality»

Tengo que confesar mi aversión a los llamados reality shows, con o sin música. Eso de asomarse a las miserias humanas me parece del peor gusto. Los musicales son otra vertiente de ese morbo, pues la gente disfruta de condenar o «salvar» a concursantes, muchos de los cuales merecen que los «fusilen». Lo poco que he visto muy de pasada me convence de perder mi tiempo de otra forma.

Esos programas se han convertido en un refugio para artistas que han visto pasar sus mejores años -- si es que los tuvieron -- y están ávidos de alguna publicidad, aunque sea haciendo el ridículo de bailar muy mal. Resulta patético ver a una que otra «estrella» del pasado, lejano o reciente, tratar de revivir su carrera dando saltos o trotando sobre una pista de baile.

Ni hablemos de la cepa de Idols, que promete fama instantánea pero seguramente fugaz a unos incautos con ansias de ser aclamados por una multitud tan enajenada como ellos.

Falsos valores por doquier.

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