«Hijo de gato...[come] ratones»

El esfuerzo de nutrir mejor y combatir la obesidad infantil y juvenil en nuestras escuelas públicas se estrella contra los malos hábitos alimenticios de los padres. Es natural: las generaciones criadas entre Burger King y Wendy's -- sobre todo cuando ésos y otros establecimientos de comida rápida tenían poca conciencia nutricional -- son adictas a esa clase de productos. Hay mucha gente que, por comodidad y vagancia, come en esos sitios con demasiada frecuencia e, irresponsablemente, acostumbra a sus hijos a ello. Luego, en la casa, tampoco tiene una dieta balanceada. Resultado: una niñez y una juventud mal nutrida y propensa a un cuadro de condiciones y enfermedades directamente atribuibles a esa forma desordenada e inadecuada de comer.

Son los padres los que tienen que volver a la escuela, a aprender a comer de forma saludable, para que no tengamos próximas generaciones de gente obesa y aquejada de múltiples males de origen alimentario.

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