El país que no nos pertenece

La noticia de que el Viejo San Juan podrá ser elegible para constituir Patrimonio de la Humanidad de acuerdo con la UNESCO es de gran satisfacción, pero, a la vez, es una muestra más de las contradicciones que provoca nuestra situación colonial. Ese símbolo de la puertorriqueñidad que es la parte antigua de nuestra ciudad capital, con raíces hispánicas, solo accede a la posibilidad de integrar la clasificación de la UNESCO porque antes ha sido incluido en la lista de Monumentos Históricos de Estados Unidos. Es claro que nuestro patrimonio edificado no tiene personalidad propia ni valor independiente, sino el que le confiere la potencia imperial que nos domina. La humillación no puede ser mayor. Hasta para que se nos reconozca un valor cultural e histórico muy nuestro, que nada tiene que ver con el régimen americano en Puerto Rico, necesitamos su aval.

Así de asfixiante y avasalladora es la colonia.

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