Un problema de poca monta

La noticia de que el 6.4% de los puertorriqueños tiene la compulsión de apostar en juegos de azar o de habilidad resulta significativa por lo modesta de la cifra. Ciertamente, se trata de un problema minúsculo. Aunque lo ideal es que no existiera o que fuera aun menor, no estamos ante una epidemia social.

Si algo hay que resaltar es que, en un país en que hay tantos juegos -- principalmente, los promovidos por el Estado para aumentar sus recaudos -- que el 93.6% no esté enviciada con ellos es un triunfo de la sensatez colectiva.

Claro que se debe prestar atención al asunto, para evitar que ese porciento crezca desmedidamente, sobre todo en esta época de crisis económica que impulsa a la gente a buscar formas de procurarse ingresos que no dependan de trabajos inexistentes o pobremente remunerados.

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