Conciencia de prisioneros

En una de esas ironías que tiene la vida, los presos puertorriqueños votan porque el Partido Independentista Puertorriqueño así lo propuso y los otros dos partidos lo aprobaron en 1984. No obstante, en las elecciones de este cuarto de siglo transcurrido, el PIP no ha logrado crecer electoralmente, ni con la ayuda del voto de los confinados, que parecen haberse mostrado muy ingratos con el partido que se acordó de ellos. Lo más probable es que este próximo 6 de noviembre ocurra lo mismo.

Quizá en esto haya algo de metáfora de la condición colonial del país. Al igual que los presos, los puertorriqueños tenemos una libertad menguada, trunca por el poder metropolítico. Se nos da la oportunidad de votar por nuestra libertad, pero una y otra vez la rechazamos bochornosamente. Preferimos escoger a los cómplices de este cautiverio, carceleros corruptos además.

A muchos, la falta de libertad les ha embotado el entendimiento. Por eso se condenan a una prisión perpetua.

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