¡Qué pena!

Coincido con los dirigentes del Partido Independentista Puertorriqueño en su señalamiento de que los independentistas daríamos un paso atrás, si nos convirtiéramos en soberanistas.  La única y verdadera soberanía es la independencia; algo menos que eso no es soberanía.  Es, en todo caso, al decir de Muñoz Marín en su época de lucidez, «la colonia con la cadena larga».  Quizá se le añadan eslabones a esa cadena, pero será una cadena, al fin.

Cuando no se cree en la independencia, entonces se elucubran toda suerte de acomodos y engendros para tratar de acallar la conciencia, buscando desesperadamente un arreglo que no existe en la «naturaleza» del mundo político.  De ahí todas esas asambleas, consultas y reuniones, para explicar algo que es artificial y artificioso, «contra natura».

Cuando otros países celebran su libertad bicentenaria, hay quien se dedica a predicar una situación política de subordinación sofisticada.  ¡Qué lástima que se desperdicien energías y talento en algo que el mundo entero rechaza por caduco e indigno!

Comentarios

Entradas populares