Producir lo que comemos y comer lo que producimos

Entusiasma ver el entusiasmo de nuestra juventud por la agricultura como medio de vida y contribución al futuro del país. Luego de dos generaciones de puertorriqueños que abandonaron la tierra, deslumbrados con los cacareados beneficios de la industrialización, los jóvenes de hoy han descubierto el potencial económico de la tierra que siempre estuvo ahí, pero la «Operación Manos a la Obra» desmereció. Ahora que la burbuja del «progreso que se vive» explotó, y que María nos puso a repensar el país, nuestros hijos y nietos se han dado cuenta de que no hay desarrollo sostenible sin una actividad agrícola robusta que permita la sustitución de importaciones en los alimentos, para eliminar el desbalance de 85% importado y solo 15% cosechado aquí.

Ningún país puede funcionar adecuadamente con semejante desproporción en el renglón alimentario. Hay esperanza de que nuestros muchachos logren en un periodo razonable que la agricultura puertorriqueña aumente significativamente su aportación a lo que se sirve en la mesa del comedor de nuestros hogares.

Como debe ser.

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