Enajenados de sí mismos

¡Qué penoso es querer ser lo que no se es! Sentirse incompleto o menos que otro, y vivir anhelando la aceptación ajena como forma de validarse como ser humano. Tener una noción muy diluida de la identidad propia, considerándola como un elemento puramente folclórico y secundario. Sostener públicamente y ante el mundo que la nacionalidad vale muy poco ante la ciudadanía de otro país. Renegar de la familia grande de la patria, buscando la adopción de una familia extranjera y extraña, por pura ventaja económica.

¡Cuánta vergüenza en medio de un mundo hecho por seres que lo dieron todo por reivindicar su derecho a ser plenamente lo que eran! Solo espíritus enfermos son incapaces de sentir lo que la naturaleza ha escrito en el corazón de los seres humanos de cada tierra. Esos enajenados de sí mismos viven en su infierno propio.

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