El secretismo oficial

¿Cuántas veces habrá que decir que el sector privado no puede ni debe imponerle normas de confidencialidad al Estado en los asuntos públicos? Una cosa es la negociación entre dos empresas privadas, y otra muy distinta es la de una empresa privada y el Estado en cualquiera de sus manifestaciones. Quien quiera hacer negocios con el Estado tiene que someterse al escrutinio público de principio a fin. Muchos problemas de administración pública comienzan cuando se ocultan nombres y circunstancias en acercamientos entre personas del sector privado y el gobierno. Luego, cuando el daño está hecho, se destapa lo que se ocultó al principio y nos enteramos de lo que se pudo haber sabido, si no se hubiera insistido en el secretismo oficial.

Las lecciones en este respecto han sido muchas, muy graves y muy recientes. Ignorarlas es una temeridad imperdonable en nuestros funcionarios.

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