Zozobra

Que haya que devolver $30 millones al Gobierno de Estados Unidos por un uso distinto del que estaba destinado apunta a dos realidades políticas que merecen atención. La primera es la dependencia excesiva de los fondos federales para las obras públicas en el país. Este lío tiene su origen en que se recibió esa suma para construir el terminal de lanchas para el transporte entre San Juan, Cataño y Hato Rey. Es de todos conocido el fracaso del proyecto que originalmente se llamó Agua-Guagua y luego Acuaexpreso.

El problema es que, sin encomendarse a nadie, el gobierno anterior decidió cambiar el concepto al de Trocadero Diverplex -- nombre plagiado y rimbombante -- que tampoco salvó a esta nueva entelequia. En fin, lo único allí es un pub. Cuando los americanos se han enterado que sus chavos para mejorar el transporte urbano han venido a menos de esta manera, han pedido que se los devuelvan, y con razón.

Lo cual me trae a lo segundo que quiero señalar: los fondos que se reciben hay que usarlo para lo que se piden. Lo menos que puede hacerse es solicitar que se permita un cambio de uso, cuando ello sea meritorio. Pero, lo que no puede hacerse es realizar el cambio de manera unilateral e inconsultamente.

Eso, sencillamente, es buscar fuete p'al fondillo.

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