Peligro inminente

En un mundo ideal, nadie se burlaría de las creencias religiosas de otros, y si ello ocurriera, los ofendidos no reaccionarían violentamente. Pero, ése no es el mundo en que vivimos. La gente de ciertas partes del planeta se toma muy en serio la blasfemia, o lo que a ellos les parece que lo es.

Conociendo esta realidad, provocar la «ira santa» de los musulmanes por la falta de respeto a Alá y a Mahoma es una temeridad criminal con consecuencias que trascienden la persona o entidad que lleva a cabo dicho acto. Es toda una sociedad y, a veces, otros grupos humanos en su interacción con ésta los que se perjudican gravemente por la venganza de los creyentes contra los «infieles». Si bien hay libertad de expresión, ésta no es absoluta, y de la misma manera que no se puede dar una alarma falsa de fuego en un cine, debe haber sanciones para quien, viciosamente y sin propósito legítimo alguno, enciende la mecha del barril de pólvora musulmán, provocando con ello destrucción de propiedad y muerte de personas en todo el mundo. Al igual que varios países prohíben que se ponga en duda el Holocausto judío o se expresen simpatías por el credo nazi, quizá ha llegado el momento de sancionar la sátira al islam, por el peligro que ello encierra para la seguridad pública.

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