La ridiculez del golf en Puerto Rico

No es que yo tenga algo en contra del golf, pero, ¿por qué carajo, de un tiempo a esta parte, cuanto pendejo organiza una actividad en Puerto Rico incluye un torneo de golf? Mi tesis es que es parte del mimetismo cultural que nos aqueja y nos lleva a copiar todo aquello que nos asemeje a los americanos. De ahí que la gente de cierto postín, en su afán de parecer americanos, adopta los gustos y los usos y costumbres de los que creen superiores. Por lo tanto, como parte de esa fantasía, beben whisky, juegan golf y se van de vacaciones a esquiar en la nieve, para completar ese ridículo asimilismo del que se siente inferior y cree que, de esa forma, se «blanquea».

Lo cierto es que, independientemente de los méritos de ese deporte, se trata de un juego que practica una exigua minoría en el país, por lo cual resulta absurdo programarlo de manera tan consecuente como parte de las actividades de asambleas, campañas de recolección de fondos, congresos, convenciones, seminarios y simposios de cualquier asunto comercial, científico o profesional en este país.

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