El saco roto

La ambición desmedida corroe la fibra moral puertorriqueña. Dos casos recientes de mucha prominencia lo ejemplifican. Por un lado, dos doctores más--ya van por quince en el último año--cometen fraude contra el programa Medicare, de ayuda a personas de edad avanzada. Inconformes con los ingresos que podían tener honradamente, recurrieron al engaño de facturar por servicios no prestados. Así podían vivir a todo lujo.

Por otro lado, un próspero comerciante tampoco se conformó con lo que le dejaba un negocio de transporte y un restaurante. Quiso mucho más, y se dedicó al negocio de la droga. Ni él ni los médicos estaban desempleados o la pasaban mal. Vivían bien, pero eso no era suficiente.

En ambos casos, «se rompió el saco de su avaricia».

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