Una de cal y otra de arena

Con la diplomacia que suele caracterizar a los prelados - excepto en asuntos de la moral - el Arzobispo de San Juan ha reafirmado su condición patriótica, fundada en la valoración de nuestra nacionalidad y la libertad para ser «protagonista» de nuestra historia. En ello y en otras cosas concuerdo con él y aplaudo su valentía en asumir esa postura públicamente.

En lo que me parece que falla González Nieves es en su «defensa» del proceder de la Iglesia en los casos de abusos sexuales por parte de los sacerdotes. Decir que antes no había una buena forma de detectar los curas con una propensión a toquetear a los muchachos es ser pretendidamente ingenuo. En muchos casos, la homosexualidad del personal clerical era evidente, desde que entraban al seminario. Si bien ser homosexual no necesariamente se traduce en pedofilia, la circunstancia de estar rodeados de niños en una escuela, por ejemplo, era el caldo de cultivo para que esos curas satisfacieran su necesidad de esa manera. La verdad es que la Iglesia se hizo de la vista larga en estos casos, y lo que es peor, como sabemos ahora, los encubrió.

Y eso no tiene perdón de Dios.

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