La línea de ensamblaje fracasa.

En toda esta discusión del colapso de la industria automotriz de Estados Unidos y lo que debe hacerse al respecto, se pasa por alto lo fundamental: hace más de cuarenta años que Detroit no fabrica un carro decente a un precio módico. Los consumidores no son tontos y funcionan a base de la experiencia cotidiana. Aun la gente que anda con una banderita americana en la solapa, se ha dado cuenta de que comprar un producto Ford o General Motors es botar el dinero. Así que las opciones son los autos asiáticos, principalmente, y los europeos.

A menos que la arrogancia americana ceda un poco, y se reconozca la mala calidad de su manufactura, para dar paso a controles de calidad más estrictos, darle dinero a Detroit es botar los chavos.

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