Dos locos de atar

Brasil parece haber despertado del letargo en el que se hallaba sumido por la demencia descomunal de Jair Bolsonaro. Francamente, ha tardado mucho en reaccionar en defensa propia ante el asalto del loco que lo preside. Pero, la pandemia ha evidenciado de manera inequívoca el trastorno mental que padece Bolsonaro y la temeridad con la que conduce a su país en esta hora tan crítica. Por fin, los brasileños se han dado cuenta de que cada día que permanezca en el poder pone en peligro la salud y la seguridad de la nación.

Si ello es así en el gigante de América del Sur, también lo es en el gigante de América del Norte. Si alguna duda quedaba acerca de la salud mental de Donald Trump, él mismo la ha disipado con su recomendación de inyectarse o tomar desinfectantes pra combatir el coronavirus. No hace falta otra prueba para declararlo unfit to serve, criterio constitucional para destituirlo de la presidencia. Que los poderes políticos y el país en general toleren un día más a un desquiciado así en el cargo más alto de esa nación es, francamente, incomprensible y suicida.

Bolsonaro y Trump deberían estar recluidos en un manicomio. Preferiblemente, en la misma celda.

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