Gracias, Johnny

El tema es obligado. La muerte del Dr. Johnny Rullán es un asunto de interés general, pero, en mi caso, me toca de cerca. Rullán fue un gran médico, sobre todo, en el tema de la salud pública, al que le dedicó gran parte de su vida profesional, dentro y fuera de Puerto Rico. Epidemiólogo del Estado y Secretario de Salud dos veces, fue el guardián celoso de la salud puertorriqueña, aun desde el sector privado. Por encima de cualquier consideración ideológica o política estuvo siempre al servicio de nuestro pueblo, vigilante ante cualquier amenaza a la salud del país. Su muerte nos deja sin una voz importante en la tarea orientadora y preventiva en la salud de nuestra gente.

A mí me deja sin un amigo muy querido. Lo conocí hace tan solo seis años, pero lo conocí muy bien. Fui su biógrafo anónimo en Una vida en Salud, libro de corte autobiográfico con énfasis en su vida profesional. Luego, sus grandes inquietudes sobre la salud en Puerto Rico nos llevaron a escribir La receta del Dr. Rullán, un diagnóstico de la salud puertorriqueña y los remedios que deben aplicarse en el plano colectivo e individual.

En estos cortos años aprendí mucho con él de su ciencia y de su conciencia. De él puedo decir que conocerlo íntimamente ha sido un privilegio y una experiencia enriquecedora para el resto de mi vida. Lo voy a extrañar mucho, pero es mucho lo que me ha dejado, y sé que, cuando el tiempo borre estas lágrimas, me quedará el recuerdo de nuestras pláticas y su alegría de vivir.

Gracias, Johnny.

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