"One for the road"

La renuencia - hasta hostil - a aceptar límites al expendio de bebidas alcohólicas en bares, cantinas y pubs pone de manifiesto fallas graves en el análisis de un problema de orden público. Una medida puede ser buena aunque no sea la solución «perfecta» a un problema. Decir que no debe haber límites al horario en que se consumen bebidas alcohólicas en estos sitios porque no hay «prueba» de que ello sea eficaz es lo mismo que sostener que no debe haber una ley de tránsito porque la gente la viola con gusto y ganas. Es legítimo que se establezcan unos controles sociales, como parte de un amplio repertorio de medidas al respecto. Por supuesto que la gente puede beber en lugares privados, pero la realidad es que es el ambiente de la cantina lo que atrae a los bebedores e invita al exceso. Discrepo de mi amigo Daniel Nina, cuando pide «fundamentos científicos» para legislar en este sentido. Daniel sabe que, si sólo se legislara a base de datos científicos, sería muy poco lo que se podría aprobar en cualquier parlamento en el mundo.

El sentido común nos dice que, en la medida en que se limite la oportunidad de caer en estos excesos, algún efecto positivo habrá. Cualquier cosa que ayude a reducir ese consumo desenfrenado de alcohol es bueno. Amén de que esos lugares producen ruidos innecesarios y otras conductas indeseables que han tornado muchos sectores y vecindarios en «territorio apache». Estoy seguro de que los vecinos de esos sitios no necesitan «pruebas científicas» ni de otra clase para apoyar esta clase de norma de sana convivencia.

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