Inodoros

Una vez más se comprueba que el refranero tradicional es fuente de sabiduría. Todo parece indicar que aquello de que «no me huelen ni las azucenas» encierra claves para diagnosticar enfermedades como Alzheimer y Parkinson, tan temibles, sobre todo en la vejez. Así que la próxima vez que un familiar dé muestras de anosmia, salga corriendo con él o ella para el médico más cercano.

Claro que, si se trata de alguien a quien le «apesta la vida», también hay que preocuparse, antes de que se guinde del palo más cercano.

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