«Oigo una voz que me dice...»
Los únicos que tenemos derecho a alarmarnos por el caso de la mujer que mató a su bebé y se lo comió parcialmente, porque una «voz» se lo dijo, somos los que nos alarmamos de que la gente vea con naturalidad y admiración que Abraham estuviera dispuesto a darle una puñalada en el centro del pecho a su hijo Isaac y luego quemarlo porque oyó una «voz» - que supuso era de Jehová - que le ordenó hacerlo, como prueba de su fidelidad.
Tan demencial una cosa como la otra. Una vez se comienza a actuar a base de «voces» que se escuchan, lo que nos espera es el infierno del fanatismo.
Tan demencial una cosa como la otra. Una vez se comienza a actuar a base de «voces» que se escuchan, lo que nos espera es el infierno del fanatismo.
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