¡Qué "ópera"!

El viejo dicho de que "en el origen de toda gran fortuna hay un gran crimen" parece cobrar vigencia en el caso de Alberto Vilar, mecenas cubano de las artes, especialmente de la ópera, cuya generosidad aparenta estar fundada en traqueteos financieros de altos vuelos. Como dice mi madre: "Con lo que nada nos cuesta, hagamos fiesta." Así, el tocayo repartía dinero a manos llenas, y con ello se ganaba la admiración y el agradecimiento de toda esa gente que gusta de ver mujeres gordas gritando desaforadamente en un escenario.

Ahora, Vilar se canta inocente, dejando caer "una furtiva lágrima", mientras el telón amenaza con caerle encima. Ya el Met le dio "bola negra"; así que, luego de que salga a la libre comunidad, va a tener que conformarse con auspiciar Cecilia Valdés en Casa Cuba.

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