El problema es la colonia.

El distinguido juez Hermida está molesto por todos los desmanes del FBI, la Fiscalía federal y el Tribunal federal en nuestro país. Uno pensaría que él está molesto con lo que hace posible esos abusos de poder: la subordinación política a Estados Unidos. Pero, no; a él y a tantos otros como él no le molesta que los americanos manden aquí, sólo que manden mal. Es decir, la colonia es aceptable y tolerable, si los americanos no se pasan de ciertas rayas en su trato con nosotros. Si se observan más o menos bien las normas del Derecho, entonces no hay problema con que sean ellos los que tengan la última palabra - y recientemente, la primera también - en toda la vida puertorriqueña.

Una de las grandes tragedias de nuestra vida de pueblo es ver cómo gente inteligente y talentosa ha aceptado la colonia como el destino inmutable de nuestra patria. ¡Cuánta energía y creatividad perdidas en disquisiciones para justificar la ignominia de no ser libre! Peor aun, la ignominia de no querer serlo.

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