Hagamos inventario de la realidad

El comercio insiste, machaconamente, en que se le releve de pagar el impuesto por el inventario, por considerarlo oneroso. Pero, me parece que la enfermedad no está en esa sábana tributaria, sino en el modelo de negocio comercial que se sigue ciegamente en nuestro país, sin atenerse a las circunstancias de todas clases particulares a la realidad de nuestra isla. Lo he dicho antes: un gran número de tiendas tienen una cantidad de mercancía cuya venta requeriría que toda la población visitara el establecimiento y comprara con regularidad. Bien sea porque son sucursales de negocios de Estados Unidos -- el reino donde bigger is better -- o debido a que se copia impensadamente la forma de vender allá, lo cierto es que esos comercios están abocados al fracaso porque la situación, temprano o tarde, se le hace insostenible. Véanse los cada vez más frecuentes cierres de múltiples tiendas en USA.

Quien haya vivido o pasado algún tiempo en Europa sabe que allá hay otro modelo comercial, uno más modesto y racional. Por supuesto que hay tiendas grandes, muchas de las cuales son parte de cadenas extranjeras. pero el grueso del comercio al detal consiste de establecimientos relativamente pequeños orientados a servir a un vecindario más o menos grande, y por lo tanto, sus costos de operación son fácilmente asumibles por los dueños y sus familiares, quienes son los que atienden los negocios. Como no se pretende servir a todo el mundo, el inventario es limitado a la demanda real de la clientela.

Debemos aprender de la forma europea de hacer negocio comercial al detal. Somos un país pequeño, pobre y con graves dificultades económicas. Hagamos las cosas como corresponde a nuestra realidad, y no con un modelo de un país rico y una cultura de excesos.

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