Lamentable lapsus

Con todo lo lamentable que resulta la muerte del representante Vargas Ferrer, de ser cierto que era consciente de un serio problema cardiaco que no se atendió adecuadadmente, incurrió en una negligencia crasa, que no solo le costó la vida a él, sino que ha puesto en peligro la del porteador de periódicos al que arrolló con su vehículo. Manejar un vehículo de motor con un grave padecimiento de salud que no está debidamente controlado es una irresponsabilidad mayúscula consigo mismo y con los demás.

Vargas Ferrer, abogado y legislador, debió ser más consciente al respecto, atendiendo su dolencia y absteniéndose de conducir, sobre todo, si no se medicaba para controlar sus síntomas.

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