Una muerte feliz

De las muchas maneras de morir, pocas tan placenteras como las de atragantarse con un pedazo de lechón. Si hay que irse de este mundo, que sea así. Dicen que «barriga llena, corazón contento», y nada alegra más el corazón -- además de tapar sus arterias -- que unos pedazos de lechón asado, con el resto de nuestra comida típica navideña... y, por supuesto, unas cuantas cervecitas bien frías. Esos boricuas que han muerto de esta manera en estos días tienen que haberlo hecho con una tremenda sonrisa.

Hombre, que yo también me muero... de envidia.

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