Una diferencia importante

Independientemente de que, en sus méritos, podamos estar de acuerdo con el matrimonio homosexual, en lo que no debemos estar de acuerdo es en que se nos imponga vía la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos. De concretarse, sería una muestra más de la subordinación jurídica y política que padecemos, la cual abarca todos los aspectos de nuestra vida, aun los más íntimos, como el aborto y ahora el matrimonio homosexual. Puerto Rico, una nación caribeña y latinoamericana, debe tener la facultad de regir su vida colectiva de acuerdo con sus propios criterios culturales, no con los de unos extranjeros que los aplican a una sociedad distinta.

Hagámosle justicia a los homosexuales, pero por nuestra voluntad.

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