La ley terrenal

Ni el matrimonio ni la «familia tradicional» están en peligro. No necesitan defensa de denominaciones religiosas ni otros grupos moralistas. Lo que sí necesita defensa es el derecho humano a que se respete la decisión personalísima de amar y convivir con garantías de ley, independientemente del género o del arreglo que se quiera establecer sin perjudicar a otros. Pero, el «perjuicio» no puede ser un supuesto «mal ejemplo» o que se tenga por pecaminosa una relación. La gente no toma su decisión en este contexto a base de lo que ve hacer al vecino. Por lo tanto, que se permita algo no lo convierte en modelo a seguir. Las iglesias no están impedidas de seguir predicando su moral particular y tratar de convencer a todo el que las escucha de no hacer ciertas cosas, de acuerdo con la ley de Dios. Lo que no puede admitirse es que ello se convierta en ley terrenal, en ausencia de razones distintas de un puro fundamento de una interpretación moral sectaria.

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