Un mal negocio dentro de un mal negocio

En toda esta controversia relacionada con la administración privada del Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín surge la cuestión de los comercios que operan allí y los que podrían hacerlo bajo la propuesta nueva administración. Dejando a un lado la equidad de lo que pueda hacer la empresa -- cosa que debe ser atendida adecuadamente -- yo, francamente, no pondría un negocio en el aeropuerto, a menos que sea de comida, lenta o rápida. Me parece que los que hay de otra índole son suficientes para la demanda en un sitio donde el flujo de pasajeros no amerita negocios adicionales, pues, buena parte del tiempo, hay poca gente caminando por pasillos inmensos de una estructura que luce deshabitada. La excepción que hago de los establecimientos de comida responde al hecho de que, como sabemos, ahora, o se come en tierra o se pasa hambre en los aviones, por falta de comida o de comida comible.

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