«Prudencia» imprudente

Una vez más hacemos el ridículo internacional de casi paralizar el país un día antes del paso incierto de un fenómeno atmosférico, a pesar de unas proyecciones que no lo ameritan. Suspender las labores gubernamentales, incluidas las clases en escuelas públicas y en la universidad del Estado, a sabiendas de que durante todo el día laborable no ha de ocurrir nada, es disfrazar el temor irracional de prudencia. La pérdida de tiempo y de dinero por estas suspensiones es seria y, a la vez, risible. Cualquier vistante que se encuentre con esta situación tiene que concluir que ha llegado al país más cobarde del mundo. Si bien hay que tomar unas medidas y hacer unos preparativos, ello no debe interrumpir de forma significativa el funcionamiento normal del país mientras, previsiblemente, las condiciones atmosféricas lo permitan.

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