Proceder inexplicable

El caso del quiropráctico acusado de tocarle los senos indebidamente a dos pacientes pone de manifiesto un problema que se repite y atenta contra la causa de las mujeres. Resulta insólito que esas dos mujeres que alegan ser víctimas admitan que luego de haber sido manoseadas por el quiropráctico, volvieron donde él, dando lugar a que ello ocurriera una segunda vez. Obviamente, una declaración de esta índole pone en duda la credibilidad de una alegada víctima. ¿Acaso esas mujeres no se percataron de lo impropio del contacto físico la primera vez? ¿Necesitaron un segundo episodio para darse cuenta? Se trata de una mujer de 32 y otra de 40 años, que no sufren de retardación mental ni, que sepamos, estaban bajo los efectos de alguna sustancia que alterara su percepción de la realidad.

Entonces, ¿a qué volvieron a esa oficina?

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