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La hora de parar la dictadura imperial

El mundo contempla perplejo la rápida transformación de Estados Unidos en una dictadura. Todos aquellos que pensaron que esto no era posible han muerto de desengaño. Si bien hay algo de resistencia en ese país, su tan cacareado rule of law se ha hecho sal y agua, demostrando con ello que la adhesión de los estadounidenses a sus supuestos postulados gubernamentales era de la boca para afuera, rindiéndolos muy fácilmente ante el  push comes to shove de un osado fascista. Y esa osadía no conoce límites ni internos ni externos, pues con singular desparpajo ese dictador anuncia sus intenciones imperialistas de conquista e injerencia a la trágala en los asuntos de otros países, desdibujando geografías y repartiendo a su antojo a gente de otras latitudes y longitudes. Ante esta barbarie moderna, su país se muestra pasivo y sumiso, sin contrapeso de consideración, y otros gobiernos lucen aterrados y tratan de aplacar su ira con acomodos y concesiones. Ya vimos que eso no funcionó ante...

Una locura contagiosa

  Hay una locura contagiosa en la política de este hemisferio: Trump, Bolsonaro, Bukele, Milei... Y ahora, con este segundo aire de Trump, la derecha dura south of the border se ha envalentonado, desde el calvito de El Salvador hasta el esmorusao de Argentina, que ya mismo pinta la Casa Rosada de otro color menos femenino. En Trump, su demencia ha sido progresiva, con ribetes de senilidad; en los demás, la locura del del Norte los hace sentir respaldados  en la toma de decisiones  alocadas  y de corte fascista, con el beneplácito del loco mayor en la Casa Blanca.  Por supuesto, esta no es la locura de los locos de atar. Aquí hay method to their madness , con propósitos dictatoriales y de enriquecimiento injusto. Percibiendo la debilidad de una sociedad civil abúlica y con poca conciencia política, estos «hombres fuertes» de espíritu mesiánico le pasan la aplanadora a las instituciones democráticas a capricho. Y sus pueblos quedan locos y sin ideas.

Un joven por viejos caminos

El moribundo Partido Popular Democrático ha celebrado con bombos y platillos la coronación de Pablo José, de la Casa de los Hernández, como su nuevo portaestandarte. Ya que su padre, que una vez fue sucesor aparente de la Corona Popular, se retiró por razones que nunca fueron bien explicadas y, sobre todo, creídas, ahora el Infante se ha coronado a sí mismo en un acto napoleónico. Y el muchacho ha decretado borrón y cuenta nueva. Aunque su «nostalgia» lo llevó a entonar una versión de Jalda arriba y referirse a esa retórica muñocista, en su delirio de grandeza habló de hacer historia con un PPD hecho a su imagen y semejanza. Afortunadamente para él, la inutilidad de siempre de la Comisaría Residente, ahora en la Era de Trump, le dará más tiempo a Pablo José para jugar con ese juguete viejo. Con su ideal «autonomista», tendrá que pedir la reunificación con España, como una comunidad autónoma a su usanza, porque, con Estados Unidos, el ELA seguirá muerto y sepultado.   

Monkey see, monkey do

  Alentados por la ofensiva trumpista contra la gobernanza democrática y respetuosa de los derechos del ser humano, los prototiranos de esta isla caribeña también desatan su ataque relámpago contra instituciones y personas que les resultan indeseables.De ahí el pretendido desmantelamiento del Instituto de Cultura Puertorriqueña y la escalada en la legislación de inspiración bíblica, que no es otra cosa que un discrimen santurrón. Se respira maldad allá y acá. Sorprende la justificación del mal y la dureza de corazón de los que se saben parte de los 144,000 elegidos. El problema allá y acá es que fueron electos y ahora «tienen la sartén por el mango y el mango también» porque se les puso en la mano. Ni allá ni acá fuimos llamados a engaño.Todos sabíamos lo que podíamos esperar. Tenemos lo que quiso la sacrosanta mayoría. 

No erais vos quien ayer decíais...

  La gente de Estados Unidos, tan ofensivamente jactanciosa acerca de sus instituciones de toda clase, han tenido lo que ellos llaman a rude awakening,  cuando casi de la noche a la mañana han despertado en lo que, para todos los efectos prácticos, es una dictadura. Luego de muchas décadas de mirar por el encima del hombro y con olímpico desdén a  países latinoamerianos o de otras latitudes con ciertos regímenes, ahora resulta que el estado de Derecho en USA se ve vapuleado casi impunemente por un demagogo demente. Así que los americanos del norte andan locos y sin idea de qué hacer que no sea quejarse impotentemente ante el desmantelamiento de su tan cacareada democracia y sus checks and balances y otras salvaguardas constitucionales. La comedia televisiva nocturna intenta sublimar la tragedia en la que están sumidos, co n el ejemplo actual de «reír para no llorar». El karma no perdona.

El papel triste de la gobernadora

  Decir ante el mundo que uno no hace lo correcto moralmente, por temor a perjudicarse económicamente, es confesar la más grande de las miserias humanas. Eso es lo que ha confesado públicamente la gobernadora de Puerto Rico ante la embestida de Donald Trump a la gobernanza democrática y del estado de Derecho. Como gobernar a Puerto Rico dentro de la subordinación colonial consiste en hacer lo que Estados Unidos diga y adminsitrar - casi siempre mal - los fondos del gobierno federal, la pobre infeliz que ocupa por ahora La Fortaleza ha hecho la más patética de las admisiones: su propia nulidad. Lo más significativo del caso es que la de aquí se ha jactado de la buena relación que tene con el de allá,y no se atrve ni a expresar mínimamente una discrepancia.Tampoco puede decir que con la estadidad esto no ocurriría, pues sus contrapartes allá están en la misma situación. Excepto que algunos allá han tenido el valor de protestar, aunque inútilmente, frente a la dictadura trumpista, y l...

La demencia otra vez

  La esperanza es que Trump implosione. El hombre, claramente insano mentalmente, lleva dentro de sí la semilla de su propia destrucción. Como no conoce límites, irá tan lejos en su locura, que no habrá quien lo siga. Dentro y fuera de su país tendrá tantos adversarios y enemigos, que será imposible para él funcionar con los demás, e individuos y naciones lo evitarán. De una u otra manera, Estados Unidos tendrá que sacarlo de la presidencia porque el caos creado por él se le hará insostenible. Todo esto era previsible. Si en su primera presidencia dio amplias muestras de desequilibrio mental, era de eserarse que ahora, más deteriorado, fuera peor. Pero, hay países - la Alemania de los años 30 del siglo XX, por ejemplo - que siguen ciegamente, aunque con los ojos abiertos, a un demente que los lleva al abismo. Ya vimos el saludo.