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Al fin la Verdad

Creo que es un acierto del Papa traer una buena dosis de realismo a la teología basada en el relato bíblico. Hace siglos que la Iglesia Católica -- y todas las demás -- debieron  decirle la verdad a la gente: la Verdad está en el mensaje, no en las historias -- algunas de ellas francamente fantásticas --  de la Biblia. Mucho de lo que hay en la Biblia no se puede tomar literalnente; es narración o poesía con un fin aleccionador o didáctico. No se puede negar a Darwin, y ello no necesariamente tiene que llevar al ateísmo. Se puede armonizar la fe con la ciencia, siempre que uno no se empeñe en creer como fácticamente ciertas esas historias bíblicas. Nunca fue malo comer del fruto del árbol del conocimiento. Esa es una historia que ha hecho mucho mal al desarrollo de la humanidad.

Poner freno

El reciente incidente de las carreras clandestinas de aceleración es una muestra más del grado de descomposición social en la que vivimos. No solamente se trata de una actividad inherentemente peligrosa e ilegal en las vías públicas, sino que la reacción violenta de los participantes y del público asistente, ante la legítima intervención policiaca, resalta una actitud de desafío a los agentes del orden público rayana en un amotinamiento que pone en jaque la gobernabilidad en el país. La respuesta tiene que ser contundente, definitiva y rápida.

El virus de la estupidez

Estipulado el grave peligro del ébola. Pero, en esta ínsula asustadiza e ignorante, hemos reaccionado un tanto histéricamente, como si estuviéramos en la Edad Media, sin el beneficio del conocimiento científico de la modernidad. Por más que se explica que el contagio solo se da por contacto directo con los fluidos corporales de las personas infectadas, ello parece no haber calado en la conciencia colectiva, y preferimos creer en supercherías y rumores apocalípticos. Esa es la verdadera epidemia que nos aqueja desde hace siglos.

Los remedios de la abuela

Mi madre tenía razón. Ella era una fiel creyente en los remedios caseros a base de plantas medicinales. Ahora, con la epidemia del chikungunya, estamos «redescubriendo» la medicina tradicional de nuestras madres y abuelas, como tratamientos eficaces para, cuando menos, aliviar los síntomas de estos males como el dengue, la influenza y el chickungunya. Estos remedios están al alcance de la mano, son baratos y no tienen efectos secundarios que lamentar. El pasado tiene mucho que enseñarnos. Debemos aprovechar esa sabiduría acumulada, y no depender exclusivamente de los productos de la modernidad para curarnos.

Alumno flojo, maestro flojo

Hombre, pues si es cierto que en nuestro sistema público de enseñanza renuncian   150 maestros todos los meses , pronto se acabarán los problemas en la educación pública...porque no habrá ninguna. Se informa que no se consiguen maestros de ciencias, inglés y matemáticas, y los que se consiguen, renuncian al poco tiempo. Parece que no están bien preparados o le cogen miedo al reto de enseñar materias un tanto difíciles. Esto es una cadena: los que se gradúan tienen graves deficiencias, por lo que no sirven para enseñar. Así pasa de una generación a otra desde hace décadas. La falta de exigencia y rigor académico ha empobrecido la enseñanaza en el país -- y buena parte del resto del mundo -- y ha creado una mediocridad estructural que resulta muy difícil de superar.

«Agua que has de beber...»

Continúa la falta de conciencia ambiental en nuestro país, con el abuso del recurso agua, tan vital y amenazado en todo el mundo. Empresas e individuos siguen contaminando y envenenando lagos, mares, quebradas y ríos. El Estado ha sido muy débil aplicando sanciones administrativas y penales a estos delitos ambientales que se suceden con pasmosa frecuencia. Hasta que se impongan multas cuantiosas a las personas jurídicas y términos de reclusión a las naturales, este estado de cosas continuará, en detrimento de esta y de las futuras generaciones, que se verán privadas del regalo de la naturaleza prístina, por la avaricia y la estupidez empresariales.

¡Bien por Hacienda!

Hay que aplaudir la gestión del Departamento de Hacienda contra la evasión contributiva corporativa, además de la personal. La impunidad de comerciantes, industriales y otros elementos del sector privado tiene que acabar. No debe haber contemplaciones con quienes, ganando mucho, pagan poco o nada. Resulta el colmo de la inequidad que los que tienen más paguen menos, por maña o trampa de distinta índole. Antes de siquiera pensar en medidas impositivas adicionales de cualquier clase, debe cobrarse lo que se debe legítimamente, sobre todo por sumas de cientos de miles o de millones de dólares.