Un vicio viejo de la justicia

El derecho penal tiene funciones ejemplarizantes y punitivas. El castigo o la sanción debe servir de advertencia a quien se incline por violar la ley, además de retribuir su incumplimiento en el caso particular del culpable. Por eso, aunque no deben imponerse castigos crueles e inusitados, tampoco deben ser leves en extremo, pues com ello se devalúa el bien jurídico que se intenta proteger y se trasmite un mensaje muy desalentador acerca del imperio de la ley.

Con alguna frecuencia se producen sentencias francamente risibles sobre delitos muy graves. La muerte de un ser humano por culpa o negligencia no debe tomarse livianamente, ni debe ser objeto de argucias abogadiles que redunden en impunidad o atenuación injustificada de la pena. Darle largas a los asuntos judiciales, sobre todo en lo penal, es un vicio viejo de la administración de la justicia, que propicia resultados indeseables.

Al sentido de justicia le debe acompañar el sentido de urgencia. La sociedad espera un resultado justo y razonablemente rápido. Los togados a ambos lados del estrado judicial tienen el deber de velar por que así sea.

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