En serio con el juego

Las protestas en España por la proliferación de locales de apuestas deben servirnos de ejemplo de un movimiento ciudadano contra una política pública contraria a los mejores intereses de la sociedad. Allá como acá un gobierno que solo buscaba allegarse recursos presupuestarios, sin otras consideraciones de mayor peso, cedió a la tentación de la solución facilona de legalizar las apuestas a todo y por todo. Y en el proceso, han propiciado el vicio del juego y convertido el ambiente urbano en garitos.

Afortunadamente, los vecinos se han activado, en rescate de sus hijos -- pues, muchos jóvenes frecuentan estos sitios -- y de la integridad residencial de sus vecindarios. El erario no se debe nutrir de manera importante de una actividad que más allá del beneficio económico que le produce trae consigo unos problemas personales y sociales muy graves. En la medida en que se multipliquen las instancias de los juegos de azar, las apuestas deportivas y las de otra índole, se fomenta una cultura de vicio e indolencia, con efectos muy negativos para la comunidad

Así que, ante la miopía oficial, los ciudadanos harán bien en protestar enérgicamente por estos desarrollos indeseables.

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