La ceguera de Bill Cosby

Bill Cosby no se da por enterado de que el país que una vez lo idolatró ahora lo repudia. No solo por la gravedad de sus faltas, sino por la liviandad con la que ha enfrentado su proceso y, ahora vemos, su confinamiento penal. El tono festivo adoptado para su comunicación del Día de los Padres resulta temerariamente insensible. La cosa no está como para reminiscencias de Fat Albert, sus rutinas de stand-up comedy o The Cosby Show. Él se ocupó de matar la risa, y no hay laugh track que valga.

El hombre que por mucho tiempo fue un modelo para, principalmente, los jóvenes negros de su país, predicando valores a una población aquejada por el desamparo de padres ausentes, vivía una doble vida de Jekyll y Hyde, que por fin lo ha condenado a la ignominia y al escarnio público.

La gente se siente traicionada en su admiración por Cosby, y no lo quiere ver ni en pintura. En su ceguera, que es mayor que la física, él no lo ha podido o no lo ha querido ver. En esencia, el país le ha dicho: "Shut the fuck up!".

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