¡Sálvese quien pueda!

Hace muchos años, un general americano en la guerra de Vietnam - de cuyo nombre no me quiero acordar - dijo que «para salvar la aldea, hay que destruirla». Ahora, con su pinta de boy scout, Luis Fortuño nos dice, henchido de orgullo: «Hemos salvado la casa.»

En ambos casos la ceguera ideológica y el empecinamiento en una metodología «justifican» unos medios tremebundos para lograr unos objetivos que podrían ser loables. Parafraseando al entonces juez asociado Díaz Cruz: «Estamos usando un tanque para 'salvar' al coquí.»

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