«...que me ha dado tanto...»

Al margen de sus méritos artísticos y personales, parece que Mercedes Sosa se dedicó a comer, buena parte de su vida, algo que se da de cachete con su imagen de cantora de los oprimidos y del rechazo del aburguesamiento. Y no es que se pretenda que pasara hambre, pero tampoco hay que comerse todos los chorizos parrilleros que uno encuentre en el camino. Porque esa obesidad - a menos que fuera mórbida - es incongruente con quien cultiva los valores superiores del espíritu.

¿Se imagina alguien al Che gordo?

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